miércoles, 5 de agosto de 2009

Las enchiladas asesinas

Natalio era hijo de un millonario, él estudió en universidades privadas del país y del extranjero. Tenía maestrías, postgrados y todo eso pero el puso un negocio de juguetes de colección y no le iba bien pero como su papá le pasaba una muy buena lana al mes pues con eso se mantenía. Su negocio era como un hobby. Un día salió temprano de la chamba porque iba a ir a jugar tennis al club.


















Al ir a medio camino el estómago de Natalio empezó a hacer de las suyas. Las enchiladas que había comido en la fonda de doña Eduarda le cayeron mal. Natalio empezó a sentir escalofríos. Sacó un pañuelo desechable y se secó el sudor. Le urgía llegar al baño de su casa.




















Natalio vivía solo en un fraccionamiento de lujo. Al llegar a su casa vio que estaban los dos vecinitos a los cuales les prestaba sus revistas porno jugando con un gato muerto pero como tenía tanta urgencia de llegar al baño pues ni se detuvo a saludarlos.


















Natalio estacionó el carro en su cochera. Ésta estaba como en subidita.



















Apenas apagó el carro Natalio salió como rayo corriendo. Ya se había desfajado, el pantalón ya lo traía abierto ya nadamás para llegar al baño y descargar. Se le iban saliendo uno que otro gasesillo apestoso.




















Con la urgencia de Natalio éste olvidó ponerle el freno de mano al carro.


















De pronto el carro comenzó a irse para atrás y con dirección hacia donde estaban los dos vecinitos que estaban sacándole las tripas a un gato atropellado.




















El carro le pasó por encima a los dos chavitos, triturándoles sus cuerpos y sus cabezas. Los dos niños murieron y quedaron todos embarrados junto con el gato detripado ahí en la calle.

Fin

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